Comenzar la crónica de
una noche de música que me dejó en estado de gracia con una queja
resultaría muy injusto. Pero dejar pasar la conocida, repetida y a
esta altura irrespetuosa manera que tiene Niceto de tratar a sus
concurrentes es imposible. Uno llega a un show anunciado a las 21 hs
y se encuentra que ni siquiera abrieron las puertas del local. De
allí todo el desplante que quieran imaginar. Bien una vez hecha la
referencia, abandono el modo Defensa del Consumidor y me aboco a lo
que de verdad importa. Porque después de una espera prolongada
(tampoco se van a pensar que el show empezó cuando la gente estuvo
adentro) bien musicalizada y con unos tragos que ayudaron a
sobrellevar la espera, asistimos a una preciosa y encantadora versión
de Macy Gray que contagió al público y que a partir de una lenta y
progresiva sugestión, terminó por dejarnos en éxtasis absoluto.
Los primeros en
acomodarse en el escenario fueron los músicos, quienes con unas
corbatas luminosas se aprestaron en sus lugares e introdujeron
musicalmente a Macy, quien entró con un traje de lentejuelas
brillante y una sonrisa dibujada en el rostro que no se le iba a
borrar en toda la noche. Allí nomás arrancaron con el rítmico “Why
didn't you call me” al que le pegaron en seguida “Do something”,
ambas del disco debut de Macy Gray, “On how life is”. Los quince
años de aquel trabajo inicial que la posicionara junto a Erykah Badu
y Lauryn Hill a la vanguardia de movimiento llamado neo soul, que
para mí nunca fue otra cosa que la incorporación de sonidos
modernos a las fórmulas clásicas del ryhthm and blues, era la visita. Claro que
además estaba esa voz sugerente y delicada, y un carisma
irresisitble.
Rápidamente Macy Gray
presentó a sus músicos, interactuó con ellos casi tanto como el
público y promovió los primeros gritos (cada vez que ella contaba
cuatro había que lanzar un “ahhhh” lo suficientemente fuerte
como para conformarla) y dedicó los primeros cumplidos. Los
presentes pasamos a partir de allí a ser sexy people y un público
maravilloso. Pero todo sucedió lentamente. En ese primer tramo lo
que descollaba era la banda perfecta que la acompañó, y Macy Gray
comenzaba a tomar temperatura privilegiando el diálogo con el
público, con su voz bien afinada, pero a la que le faltaba la
soltura que alcanzó varios minutos más tarde. En ese primer tramo,
el bajista Michael Torres descolló en “Still” y Macy recién
alcanzó su primera gran interpretación con la balada “Glad you're
here”. Y entonces, como si la cadencia soul de ese tema hubiese
roto un encanto, el resto fue de una energía y ritmo inigualable.
Hubo un elemento que
Macy introdujo sutilmente a lo largo de la noche y a cuyo ritmo el
show ganó obviamente en temperatura: el sexo. En su gestos, en
algunos movimientos, y con sus manos “masturbando” el soporte del
micrófono mientras observaba tocar a sus músicos. Pero también
tuvo mucho que ver el repertorio elegido para ese tramo que empezó
con “Sex-o-matik venus freak”, que incluyó “A moment to
myself”, “Ghetto love” y la inédita “First time”, y que
derivó en una desbordante “Sexual revolution”, que demostró que
para disfrutar de la explosión de Macy Gray solo era cuestión de
respetar sus tiempos. Hubo momentos de lucimiento para el baterista
Shay Godwin al final de “Sex-o-matik...”, y para la trompeta en
“Ghetto love”. Un crescendo que culminó con la banda tocando
carnaval carioca y Macy meciendo sus brazos a la par de la gente.
“Sweet baby” fue la
encargada de cortar el clima, como una especie de relajación
premeditada para tomar impulso hacia el tramo final. Allí se lució
el piano, y luego la guitarra de Martin Esstrada (es igual al Chino
Luna) en “When I see you”, en lo que fue un tramo entre dulce y
romántico. Entonces el “Da ya think I'm sexy” de Rod Stewart
puso a todos a bailar, y el show cerró con el clásico que todos
habíamos ido a buscar, y que era el broche perfecto para celebrar
los quince años de la explosión de Macy Gary, “I try”. En una
versión intensa, prolongada, con todos los tips de juegos con el
público repetidos hasta el hartazgo, con la cita al Marley de “Three
little birds”, la gente corando el “Here is my confession, may I
be your possesion....”, y un cierre a solas de la banda, que se
retiró muy aplaudida, mientras la gente a pesar del lunes y el
horario solo pensaba en pedir un poco más.
El regreso al escenario
repitió en tiempo reducido el recorrido del show. Primero fueron
unos toques clásicos del pianista, quien luego se calzó la acústica
mientras la batería era cubierta con una paño para que suene
apocada en “Stoned”, el anticipo de “The way”, inminente octavo album de
estudio de Macy Gray. Al alegato pro marihuana (aunque fuera del
escenario Macy no muestra el mismo entusiasmo por el cannabis) le
faltaron las imágenes del video alusivo, pero en lo melódico le dio
al show un tono más limpio y pop. A ese clima se sumó la versión
semi acústica de “Beauty in the world” tarareada por todo el
mundo. Y a ese canto casi inocente lo siguió el cover de “Creep”
de Radiohead, paradójicamente la más cantada por el público de
principio a fin. El “I’m a creep” tenía muy poco que ver con
la noche, pero los modos de Macy hicieron sentir a la confesión más
como un juego perverso que una auto flagelación psíquica.
Para el final quedó
“The letter”, la historia del desafío de dejar el hogar en busca
de la libertad y la decepción de asumir que en realidad no hay tal
cosa. El coro gospel acompañado por el público con garganta y
palmas no pudo ser mejor puesta para la historia con la que Macy Gray
decidió cerrar el primero de sus conciertos en Buenos Aires. La
cantante se retiró saludando y dejando que los músicos se despidan
de a uno, recibiendo el merecido aplauso mientras los sonidos se
apagaban de a poco. En su página en Facebook, Macy Gray se presenta
diciendo que quiere ser tan famosa como la medianoche, poderosa como
un arma y tan amada como una pizza. Quise buscar un mejor cierre la
nota, y la verdad que no encontré.
Afuera el taxista que me
llevó a casa me contó que había cambiado el turno para manejar
durante el eclipse. Seguro soy más que injusto con él, pero en ese
momento ni me importó. A esa altura hasta me había olvidado de que
me hubiese gustado oir alguna de las versiones que Macy hizo en su
reinterpretación de “Talking book”.
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