sábado, 19 de abril de 2008

Benjamin Biolay en Niceto

Niceto Vega y Humboldt alrededor de las 9 de la noche parecía Palermo London. El humo que nos viene acosando desde hace unos días se había decidido posar nuevamente sobre Buenos Aires y la espera para entrar a Niceto no era muy confortable que digamos. Ya adentro se notaba un público curioso, que tenía más referencias sobre Benjamin Biolay que real conocimiento de su carrera. Entre el auspicio de la Embajada Francesa y la promoción dentro del BAFICI tal vez se pueda explicar esa situación. Acá, exceptuando la FM Kabul, no he escuchado radios se ocupen de él. Sin embargo a la salida no ví a nadie decepcionado ni escuché queja alguna. Todo lo contrario.
Casi una hora y media después de lo anunciado (nada grave para lo que estamos acostumbrados, pero yo tenía hambre!), el show abrió con Benjamin Biolay sentado al piano, y una excelente versión de "Négatif", tema que da nombre a su segundo disco y que representa la parte que más me gusta de de su música: cuando el sonido es denso y se acerca más al trip hop. Y en él, y a modo de meddley, hizo unas lineas de "Clint Eastwood", el hit de Gorillaz, que preanunciaba la probable incorporación de covers, cosa que finalmente no ocurrió. De perfil, bajo el haz azul, con el pelo semilargo tirado hacia atrás y encorvado sobre el piano, me hizo acordar a Nick Cave, pero la similitud se agotó en esa imagen.
La banda está compuesta por Johann Daalgard en los teclados y programaciones, Philippe Almosnino, encargado de las guitarras acústica y eléctrica y obviamente Benjamin Biolay, que además del piano y dedicarse a cantar, toca a veces guitarra, por momentos se acerca a un pequeño teclado y hasta tiene un par de intervenciones prolijas, aunque nada descollantes en trompeta. El tipo es simpático. Se ve que se siente a gusto, sabe manejar muy bien los climas en el show, pasa de electrónica densa tipo Air, a baladas melancólicas y temas más roqueros; enciende cigarrillos, pasea por el escenario, seduce, habla en Francés, y en ningún momento se pierde el clima de intimidad que ofrece su música. Será por la voz o el idioma, pero todo suena a confesión, a confidencia. Y es precisamente el timbre de voz lo que lo asocia inevitablemente con Serge Gainsbourg, pero a mi entender su manera de abordar la chansón es diferente y mucho más moderno. Aquí no hay reggae ni pop naif.
El repertorio está basado en su último disco "Trash yeye", pero hace un repaso parejo por el resto de su obra y hasta tiene un momento en el que toma asiento y con una guitarra acústica entrega alguna canción del disco "Home" que hizo con su ex- esposa, Chiara Mastroianni, ese que parece la banda de sonido de una luna de miel eterna, que en definitiva no fue tal. Anunció el tema que hizo para una película (Sí, "una película". No dijo cuál. Mal, muy mal, Benjamin. Supongo que será de "Clara et moi" porque sé que estuvo a cargo de la banda de sonido pero no podría asegurarlo) e hizo entrar a un traductor para hacer la alocución más larga, en la que se preocupó por destacar que no había llegado a Argentina por su sello discográfico y que agradecía a quienes lo habían traído por "gusto y no por dinero", según sus propias palabras.
Tengo que hacer una referencia importante al sonido, que fue sencillamente perfecto. Buen volumen sin atronar, se podían apreciar todos los matices y arreglos, y quien comprenda francés habrá podido entender cada una de las palabras que susurra Biolay. No voy a ser preciso en orden de la lista de temas, porque fueron muchos y acomodarlos en mi memoria me va a resultar complicado. "Regarder la lumière", "La chambre d'amis", "Danz la Marco Benz", todos del último trabajo, "Ground zero"; la conmovedora "Dans mon dos" (con Benjamin en la trompeta), de "A l'origine"; "Chaise a Tokio" con tibio intento de coro por parte del público, de "Négatif", fueron algunas. El cierre estuvo a cargo de una versión TREMENDA de "A l'origine" (lo mejor del concierto, lejos), y los dos bises fueron "Les ceris volants", del primer disco "Rose Kennedy" (con la voz sampleada de Marylin Monroe) y "Qu'est-ce que ça peut faire".
El domingo toca de nuevo, y la verdad es que no es caro (los $ 50 de la entrada son devueltos con creces), así que a quien pueda le recomiendo que se de una vuelta. Hasta donde yo sé todavía quedan entradas.
Por último, una anécdota: Cuando vino Camille a La Trastienda, en un momento escuchaba tanto francés alrededor, que le dije a Andrea, mi mujer "falta Jean Pierre Noher y estamos todos". Medio minuto después me doy vuelta, y quién estaba? Sí, adivinaron. Bueno ayer juro que lo buscamos, hasta que Andrea lo ubicó en el VIP. Entre tantos Perez, González y Cattanzaros usando pañuelitos franceses y remeritas de marinero, la presencia del apellido Noher vendría a resultar una especie de acto de justicia.