domingo, 22 de junio de 2008

El Cuarteto de Nos en El Teatro de Flores

Yo estuve ahí. Quiero decir, ahí antes. En ese teatro que alguna vez se llamó Fénix. Y el capricho adolescente de guardar alguna entrada como si fuera de oro me ayuda con algunas precisiones: Junio de 1987. Día 6, La Sobrecarga; día 20 Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. En ese año, El Cuarteto de Nos editaba "Soy una arveja", su primer disco. Ayer volví. A ese teatro, y por un momento también a los años '80.
Claro que el recorrido a lo largo de más de veinte años no es lineal, pero El Cuarteto de Nos representa ese espíritu. La frescura, el inconformismo, el humor ácido a veces, ingenuo otras, la búsqueda permanente. En los '80 la rebeldía era más una actitud artística y estética que una cuestión ideológica. No se trata de edades ni de tiempo sino de conceptos. Y eso diferencia a estos uruguayos de algunos de sus compatriotas que por estos días llenan estadios en Buenos Aires. Si hay que cantarle al año '92, el Cuarteto elige recordar el invierno maldito, si se trata de hacer una canción de amor, no hay mejor destinatario que uno mismo.
Difícil será encontrar una banda que encuentre la cúspide creativa a los veinte años de carrera, pero en este caso ha sucedido y no viene al caso ahora encontrar explicaciones. Es así y amerita disfrutarlo. "Raro" es con seguridad uno de los puntos más altos del rock en español que hayamos escuchado en los últimos años, y ese potencial puesto en las manos de un grupo maduro pero con las ambiciones intactas puede resultar una mezcla explosiva. Ya había escuchado el disco, ahora quería verlos en vivo.
Mucha gente. El lugar reconoce 1872 lugares disponibles y por estos días esas normas no se violan, así que anoche éramos unos 2000. El show empieza a las 21 hs. y los primeros tres temas son una invitación inmediata a la fiesta: "Hoy estoy raro", "Ya no sé que hacer conmigo" y "Nada es gratis en la vida". La gente salta, se contagia, participa. Pero no todo es el último disco y había que ver cómo hacían para producir el mismo efecto con las canciones menos conocidas, más aún tratándose de una banda con fuerte preeminencia de las letras, tan difíciles de seguir en vivo. Y la decisión de intercalar las canciones más viejas con las de "Raro" resulta ser un método adecuado. Pasan "El calzoncillo a rayas", "No quiero ser normal", "Solo un rumor", "Vino en mi jeringa" "Al cielo no voy" y junto a ellas "Pueblo podrido" y "El karaoke de mi noviecita". Santiago Tavella y Ricardo y Roberto Musso se van repartiendo las voces, y promediando el show comparten un mini set acústico con "Me hace bien, me hace mal", dos temas rescatados de su primer disco: "El guardián del Zoo" (sonando como los Byrds) y "Andamio pijuan", y finalmente "Pobre papá".
Párrafo aparte para el video wall. La sucesión vertiginosa de imágenes que acompaña a cada tema obliga a prestarle atención por sobre lo despojado de la puesta en escena de la banda en sí. La primera imagen es un ojo en primer plano y en blanco y negro. Tranquilamente pudiera aparecer la gillette que lo atraviese, pero no sucede. Lo que sí sucede es que allí conviven billetes con los patriotas uruguayos transformados en diablitos y punks, con imágenes del Indio Solari, unos jóvenes Soda Stereo, Atahualpa Yupanqui, John Lennon, Lady Di, gags de cine mudo, y caricaturas de los miembros del Cuarteto en un paraíso psicodélico que bien podría ser la versión rioplatense de "Magical Mistery Tour". Hay humor y delirio. Por eso la falla de un micrófono puede ser atribuida a satán en una parodia de un predicador en portugués, y una improbable tesis de órgano sobre la quema de pastizales del delta y el humo que atraviesa el Río de la Plata se convierte en el riff de "Smoke on the water" que parece salido de las 60 lecciones de piano de Luis Majul, circa Peter Capusotto.
El final fue contundente: "Yendo a la casa de Damián" e "Invierno del 92". Había pasado solo una hora y cuarto y teníamos ganas de más. Y por supuesto hubo bises, en dos tandas. La primera con temas viejos "Me amo" (Me amo, como la tierra al sol. Me amo, como Narciso soy. Me amo, dibujé un corazón que dice "yo y yo". Me amo) y "El día que Artigas se emborrachó". La segunda con "Bo Cartero", esa particular versión de "Please Mr. Postman" en donde las voces y los coros se lucen mejor que nunca, y otro hit del último disco, "Así soy yo".
Siempre me cayeron bien los uruguayos. Seguramente Francéscoli y Alzamendi tienen mucho que ver con eso. Pero supongo que conocidos, amistades eventuales y la música también han contribuido. Y su sencillez y su tranquilidad siempre me provocaron sana envidia y ganas de ser contagiado, aún en tiempo de papeleras. Y hasta tengo la ilusión que la nube tóxica de Botnia atraviese el río Uruguay y la lluvia ácida produzca una mutación genética en las próximas generaciones de habitantes de Gualeguaychu, y los niños allí empiecen a nacer con cerebro.