jueves, 29 de septiembre de 2011

Primal Scream en GEBA



Llegué a GEBA con una sensación extrañísima. Había pagado por un festival en el que solo me interesaba ver una sola banda. Tal vez la curiosidad de Jarabe de Palo, que eran los que pedían por un beso de la flaca cuando pisé el predio, que a esa hora estaba desierto. Ahí nomás en el escenario 2 aparacieron los Pista 2 y.....bueno, fue como si el rock urbano me empujara hacia afuera del predio y aproveché para chusmear un rato. Al regreso tocaban los venezolanos Caramelos de Cianuro, y aunque sonaban bien, su música no me provocó emoción alguna. Además el cantante me pareció el resultante de una fórmula matemática que se podría definir de esta manera: Trent Reznor – Fernando Ruiz Diaz + Robbie Williams. Pero mi festival eran los Primal Scream y para saciar mi ansiedad tuve que aguantarme la media hora que se retrasó el show, supongo que porque la gente estaba llegando tarde en un día laboral.
Bien, a esta altura poco se puede decir sobre Sreamadelica. Del hito inalcanzable que significó en la carrera de Primal Scream, de las influencias que generó durante dos décadas, de los músicos que todavía sobreviven utilizando como faro el molde de aquella obra cumbre. Y el show, se sabía, era un auto homenaje a ese disco que en está cumpliendo los veinte años de editado. Y a eso se abocaron los escoceses, mientras la percusión leve y el piano trajeron “Movin' on top” y esa introducción de ineludible referencia, la que podría llamarse tranquilamente “Sympathy for the trip”. Fórmula marca registrada, climas que se expanden y crecen, la voz femenina que parece un coro gospel completo y un irresistible ingreso al mundo psicodélico de Bobby Gillespie y sus muchachos. Y obedeciendo al disco, siguieron con “Slip inside this house” y el justo tributo ácido al delirio de Rocky Erikson.
Después llegó el momento del lucimiento de Mary Pearce, la voz femenina que los acompaña en la gira y que entregó una interpretación de “Don't fight It, feel It” de altísima intensidad. Aún así, gran parte del público les era ajeno y se notó la dificultad para establecer conexión con la propuesta de la banda. Para colmo la hermosa “Damaged” sufrió una merma en el sonido, dificultad que llevó a que muchos nos desconectemos con el clima que se empezaba generar.
“I'm comin' down” fue la encargada de reconstruir las cosas y el show lentamente fue recuperando el ambiente. Y a partir de “Higher than the sun” se produjo el efecto esperado en el show y por fin encontramos lo que habíamos ido a buscar. Hipnosis absoluta. La piel se vuelve insensible, la vista se pierde en los círculos concéntricos y multicolores que se proyectan desde las cinco pantallas que custodian el escenario. Los cuerpos elevados se estremecen bajo el signo de un éxtasis sensitivo en una agonía interminable, con saxos y guitarras que conmueven en aullidos que hacen del trance una experiencia tan caótica como irresistible. Va un meddley con “Who do you love”, algo que Morrison hubiera sabido apreciar (si es que no lo hizo mezclado entre nosotros) y sigue “Loaded” que redobla la apuesta para decantar en el “Come together” que no solo cierra el show sino también ese disco que anoche se mostró inmune al paso del tiempo. Así como en “Alta fidelidad” los melómanos se preguntan por lo mejores temas de apertura de un disco, ese cierre merece una nominación especial en el absurdo ejercicio de elegir los mejores temas finales de álbumes clásicos. Y el “We are together, we are unified” se repite y se suma al “come together as one”, y el teclado se eleva en volumen y aturde en la despedida anárquica. Desde el escenario se habló de orgasmo masivo, y algo de eso fue lo que ocurrió. Y mientras yo me dejo llevar por un clima que puede durar minutos, pero que pueden parecer horas, Gillespie arranca cantando “Country girl”, el potente hit de “Riot city blues”. Y yo ahí sentí que el clima se quebraba por completo. No es que no me guste, fueron como los bises pero en continuado y poco tenía eso que ver con lo que estaba sucediendo antes. Como si las chicas del comercial de Gancia entraran a los gritos por la ventana en medio de la clase de yoga. Son divinas chicas, las amo a todas, pero la fiesta no era hoy. No es que esté mal, pero en ese momento Primal Scream se vuelve una banda completamente diferente. Ojo, los tipos la rockean, pero esa versión de los escoceses es la de un grupo al cual, en medio de la hiperabundancia de shows, no me hubiese costado relegar en pos de otras opciones. Siguieron con “Jailbird” y cerraron con “Rocks” cuando el cuerpo ya se había acostumbrado al nuevo pulso de la banda y el rito irresistible era acompañado por unos pies a los que todavía les costaba volver a la superficie. No es que haya estado mal ni mucho menos, sino que fue otra cosa.
Lo que siguió en la noche del festival fue un despropósito. Snow Patrol no puede suceder a Primal Scream. Señores de la gaseosa que no sirve para ni para rebajar el fernet Capri: ustedes violaron el orden lógico del universo. Pusieron al after office después de la noche descontrolada e interminable. Invirtieron las cosas y los dioses los castigarán otorgándole sabor a remedio a su producto por el resto de la eternidad. Una locura ilógica por donde se la mire. Como atacar la caja de los Capitán del Espacio antes de encender el porro. Encima en el medio estuvieron los Volador G y su cantante que le debe haber vendido el alma al diablo a cambio de la voz de Richard Coleman. Y después sí los Snow Patrol. Si les digo que dieron un show prolijo me creen, verdad? Que los temas que estrenaron mantienen la linea de los anteriores, también me creen, no? Que el cantante fue demagógico en extremo también era provisible, pero fue un asco, un relajo de demagogia para una banda que en el mejor de los casos vale como el Coldplay menos inspirado. Pero la gente lo disfrutó, y a decir verdad, el campo (especialmente el VIP) estaba lleno de fans de la banda. Eso sí, el primer tema de los bises estuvo muy bien Pero yo fui a ver a Primal Scream, así que el show de Snow Patrol que se los cuente otro, mientras yo me voy a buscar mi 2x1 de Daikiri en la happy hour de Palermo.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Flopa y Minimal en Ultra Bar


Creí que iba a terminar por perdérmelo. Los cuatro Jueves de Agosto, por uno u otro motivo, habían conspirado para que yo no pueda ir hasta Ultra Bar a la presentación de “Reducción de daños” el EP gratuito (y adelanto de futuro disco) de la mancomunión de Florencia Lestani y Ariel Minimal. Flopa y Minimal, para los amigos. Pero el éxito del ciclo llevó a que, previo mudar el show a La Plata, los cantautores tengan el buen tino de agregar una nueva función despidiéndose de Capital. Porque no solo Roger Waters agrega funciones, parece.
Mas allá de alguna queja con el tamaño de los tartines que sirven en el bar, el resto todo perfecto. Ideal, diría. Porque dos músicos amigos, dos guitarras acústicas y puñado de melodías, más un público dispuesto a cantar, en voz baja pero a cantar, algunas de las canciones clásicas a las cuales se las sabe de memoria, y las nuevas de las que ya nos empezamos a enamorar. Un fogón a puertas cerradas, como el clima aconseja, porque es invierno todavía. Y justamente “Es invierno” es la canción elejida para abrir el show. “La realidad no siempre es una buena amiga” canta Flopa y el concierto sirvió también para evadirse un poco de esa realidad no tan amigable de la que buena parte de la TV estaba haciendo un show morboso mientras nosotros disfrutábamos del concierto. Concierto que tuvo continuidad en otro tema del EP, “Las momias”.
Al margen de la intimidad, la buena onda entre Flopa y Ariel lleva a que el concierto tenga momentos divertidos, rellenando los espacios entre canciones con anécdotas, reproches entre ellos y divagues desopilantes. Entonces entre “Los días por llegar”, “Las ruedas que te llevan” (uno de los estrenos del futuro disco), “El almaherida”, “Bettie al desierto” (esa belleza de Pez con letra de Fabián Casas) y “Así se trabaja”, se oirá la defensa de Minimal a su pasión por Huracán (ser de Huracán es como ir al casino, sabés que vas a perder, pero vas igual), delirios acerca de Batman (Flopa confundió a Bruno Diaz con Clark Kent), y otros pasos de comedia que, entre otras cosas, sirvieron para amenizar el tiempo que los técnicos se tomaron para solucionar los problemas de Flopa con el retorno. “Tengo una canción, que es como un escudo que me guarda”, canta Minimal y tal vez sea la mejor definición, el más fiel reflejo del efecto que las canciones del duo provocan en nuestros oídos. Flopa queda sola, también sucederá luego con Minimal, pero la calidez se mantendría a lo largo de la noche .
Hubo tiempo para una sorpresa anunciada: la presencia de Mariano Esain para despedir el ciclo. Entonces Manza se sumó al escenario para revivir el trio y hacer del tramo del show una seguidilla de hits. Canta Flopa primero una de las más logradas frases que escuché en muchísimo tiempo: “Ni gracia me hace saber que en tu lista estoy debajo del álbum blanco”, y Manza hace luego su “Dejadez”, que es mi preferida de aquel disco ya la lejano en el tiempo, pero que no faltó en ningún mp3, mp4, I pod y cuanto reproductor me haya acompañado en los últimos años. Hicieron “Canción del tren” del segundo disco solista de Minimal, tema del que tuvo que reclamar autoría, porque dijo encontrar un video en youtube que se la adjudicaba a Flopa. “Sonajeros” y “Cosecha de amor” cerraron el set que le correspondió al trio. Allí Minimal hizo un impasse para ofrecer los discos y anunciar las próximas ediciones de Valle de muñecas (la banda de Esain) y Pez. Además anticipó una serie de conciertos de Pez junto a los brasileños Macaco Bong, lo cual debería convertirse en una cita ineludible. Y la continuidad del ciclo con Flopa en La Plata.
“Escuchen música que es mejor que ver noticias” aconseja luego Ariel Minimal. En realidad corrije, porque en principio había dicho “es mejor que ver TN” y se dio cuenta que eso lo colocaba en un lugar de vocero oficialista que no le interesó en el momento y safó con elegancia: cuando el mundo se derrumba....hay que profundizar el modelo. Y el modelo anoche eran las canciones. Así que así arribamos al final del show con más temas nuevos (“La máquina de hacer todo mal”, “Cuanto más tengo que pagar”) y un cierre con la canción que abre el EP gratuito: “Atolondrón”, única no compartida en autoría, porque está firmada solo por Flopa. Así nos despedimos, mientras las camareras recolectaban propinas y vasos de las mesas del bar, y los músicos se quedaban firmando discos. Programa ideal para una salida entre semana. Ahora, en cuanto a la continuidad del duo, será cuestión de esperar el anunciado disco. O de viajar a La Plata. O las dos cosas.