domingo, 8 de agosto de 2010

Adrian Belew en Estudio Samsung

Lindo lugar Studio Samsung para ver al trío de Adrian Belew. Por la mística Piazzoleana del lugar, por el excelente sonido que se consigue en la sala y por la comodidad para ver a tamaños músicos a pocos metros de distancia. Desde que Adrian Belew salió al ruedo con este trío me entusiasmó. “Side one”, de 2005 resultó un disco arrollador y aunque los siguientes perdían algo de fuerza al volverse muy experimentales por momentos, las grabaciones eran una excusa: Belew armó la banda para salir a tocar en vivo. Y eso es lo que fui a ver anoche.
El comienzo del show se demoró algo más de media hora y cuando algunos empezaban a impacientarse se empezó a escuchar a The Beatles y su “Because”. “Because the world is round it turns me on…” decían los de Liverpool, pero no sería el mundo lo único que me iba a dar vuelta la cabeza anoche. Porque ni bien los músicos subieron al escenario y después de un breve saludo arrancaron con “Writing on th wall”, me di cuenta que estaba frente a algo grande. Muy grande. Siguieron con “Ampersand” y cuando no terminábamos de acomodarnos, Belew arrancó con el riff de “Dinosaur”, primera cita al gigante King Crimson, y justamente con un tema salido de “THRAK”, aquel disco del ’95 que la banda pariera en Argentina.
El trío es compacto y poderoso. No da lugar a respiro. Julie Slick (a la que podríamos sumar a Tal Wikenfeld en un grupo de bajistas veinteañeras talentosas que acompañan a grandes guitarristas) es precisa y contundente, y Marco Minnermann se acopla a la perfección y hace que no solo no extrañemos a Eric, hermano de Julie que integró la banda hasta “Side four”, sino que además deja bien en claro que Adrian Belew no se equivoca al considerarlo uno de los mejores bateristas del mundo. Y Adrian Belew, quien no es precisamente un cultor del alto perfil, y que en este formato en el que podría jugar ser un “guitar hero”, se luce sin abandonar su humildad. Toca partes increíbles y mira al público riéndose, como si fuese un aprendiz de guitarra que le dice a la gente y a sí mismo: Vieron lo que me salió?. Los músicos se miran y se hablan todo el show, los gestos y las miradas revelan una complicidad que evidentemente es fundamental para resultado final. Arriba del escenario la pasan de maravillas y se nota. Y abajo, ni les cuento.
El show tiene como molde la performance grabada en el vivo “Side four”, pero guarda lugar para un par de perlas extras: el rescate de “Futurevision”, del disco “Here”, lo último que grabara Adrian antes de la reunión de Crimson en el ’95, y (si de KC se trata) una demoledora versión de “Neurótica”, del disco “Beat” (1982). “Beat box guitar” y “A little madness” son momentos memorables. Se luce Julie Slick y después queda solo Adrian Belew para “Drive”, en donde hace sonar su guitarra de todas las maneras posibles, intercambiando climas y texturas, con la conocida cita a “Within you, without you” de The Beatles. Marco Minnermann descolla en un solo de batería que es un compendio de efectividad, talento y circo, porque además de la notable demostración solista, no se priva de jugar con sus tambores haciéndoles sonar la tradicional “La cucaracha”, y sobre el final del solo sus dedos y palillos hacen un auténtico show de malabarismo. El final llega con “E” tema de su último álbum del mismo nombre, y que se editó el año pasado.
Los bises son un regalo para los fans. La primera vuelta al escenario es con nada menos que “Three of a perfect pair”, del disco homónimo de Crimson de 1984. Y cuando parece que ese fue el final definitivo y algunas luces del Samsung empiezan a encenderse, el trío vuelve y nos quita todo el aliento que nos podía quedar: “Thela hun ginjeet” de “Discipline”. Sin palabras. El que se lo perdió se embroma. Como si te pasaran veinte camiones por encima. Como para que a nadie le queden ganas de pedir más.
Y como entre mis deudas musicales se incluye haber dejado pasar a King Crimson en Argentina, yo voy armándome a la banda a la manera de un rompecabezas. Primero fue Fripp con G3 (aunque ese día Robert estaba más perdido que Luis Majul en congreso de periodismo), después Levin y Mastelotto, y ahora Belew. Algo es algo, me digo para conformarme, pero no pierdo la esperanza. Y si me abrazo a alguna pista dejada por Adrian en los reportajes que dio en estos días, tal vez algún día me pueda dar el gusto.