jueves, 31 de julio de 2014

Flopa, Manza, Minimal en Ultra Bar

Bueno, ayer era un día extraño. Un poco por las decisiones de la economía grande, esa que resulta inalcanzable de comprender, a pesar de que uno lo intenta porque intuye que guste o no, lo involucra. Y porque había palmado Julio Grondona, y más allá de mi aborrecimiento por el personaje, yo temo por la suerte del fútbol argentino: en AFA nadie debe saber,ni siquiera, dónde está la llave del cuartito donde guardan la bordeadora para mantener el cesped del predio de Ezeiza. Entonces el aire estaba raro, con ese ambiente de que algo está por pasar, así que cuando las cosas amagan a ir por el lado de la incertidumbre, lo mejor es refugiarse en las certezas de la música. Aunque mi decisión de estar en la despedida del ciclo de Flopa, Manza y Minimal en Ultra Bar, venía de mucho antes. Incluso de antes de que sea despedida. Porque el ciclo arrancó en Junio, atravesó exitoso el clima mundialista, y se prolongó a lo largo de todo Julio, consumando un total de nueve miércoles.
Los seguidores del blog ya conocen mi simpatía para con el Ultra Bar y sus copetines, solo voy a hacer referencia a que esta vez privilegié el horario a cualquier otra actividad, y decidí concurrir bien temprano para tener la seguridad de una buena ubicación y ver el show en las mejores condiciones
“Todo el viento no alcanzará para empujar la carreta de los días por llegar a destino...” así abría el disco que en 2003 grabaron Mariano Esain, Flopa Lestani y Ariel Minimal. Y como si ese andar lento fuese el ritmo permanente del funcionamiento del trío, poco más de diez años después, esa frase sirve para abrir el concierto que retoma su intermitente funcionamiento. Y “La voz del tiempo”, y “Trampas” en continuado pueden llegar a confundir el sentido del recital como si se tratase de una evocación literal de aquel álbum maravilloso. Evocar el disco, dije. Y en realidad a medida que avanzan las canciones me fui dando cuenta de que era una buena manera de definir lo que sucedía sobre el escenario, aunque en un sentido expansivo. Porque la evocación trascendía al disco en sí y remitía directamente al espíritu que le dio origen al proyecto. Al hecho de juntarse y tocar. De ver qué sale. De complementarse, escucharse, sumar palabras y melodías, de cantar con la misma pasión las canciones propias y las ajenas. Por eso cada historia particular y sus muchos cruces (Manza y Minimal tocaron juntos en Martes Menta a principios de los '90) estarán presentes a lo largo de toda la noche.
Al margen de lo que acabo de describir, el concierto tiene una estructura bien definida: temas en conjunto en dos bloques con intervalo, y set mínimos con espacios solistas. Pero será ese espíritu, un poco fogonero, pero que tiene más de fiesta de cumpleaños concurrido, el que haga que todo fluya en una continuidad placentera. Tanto es así, que las canciones del disco “La piedra en el aire” que grabaron solos Flopa y Minimal en 2012 se suman al repertorio como si siempre hubiesen pertenecido a los tres. “La máquina de hacer todo mal”, “¿Y cuánto más tengo que pagar?” (Griesa, agrega Flopa volviéndonos a la realidad, cuando presenta la canción), y “Cosecha de amor” fueron las canciones de ese disco que sonaron en la primera mitad. Flopa, para su parte en solitario eligió una canción por disco: “Huecos” (de “Emoción homicida”-2007), y “Vengas conmigo”, con algún aire spinetteano, de “Dulce, fuerte, grave” de 2004. Por allí sonó “Reaccionar” de Menos Que Cero, y “Metal”, una canción nueva. Ese primer tramo se cerró en formato trío con “Sonajeros”.
Si uno se detenía en el rostro de cada uno de los músicos y en los diálogos jocosos entre ellos, quedaba claro que reinaba la buena onda. Con la gente pasa algo raro: cada uno canta los temas bajito. Todos se saben las letras, todos celebran las canciones, pero el canto conjunto nunca llega a consumar un murmullo que se interponga con las voces que llegan desde el escenario. “Mi propia marca”, una nueva de Flopa, abrió la segunda parte. Y tal vez eso sea lo que mayor motivo de celebracíón provoque este ciclo: que haya canciones nuevas. Que juntarse sume más y más música, y que sean más los motivos para brindar. “El almaherida”, mi preferida de las de Ariel fue seguida por esa belleza de Pez que es “Bettie al desierto”. Y Manza solo recurre a su banda actual, Valle de Muñecas, con “Dias de suerte” y “La soledad no es una herida” (que no se adapta con tanta facilidad al formato acústico como la primera, y se nota).
“¡Así se trabaja!” (de “La piedra en el aire”), un tema nuevo de Manza, y la energía de “Abrazo impacto”, precedieron al último de los sets individuales: el de Ariel Minimal que estrenó “El manto eléctrico” un tema nuevo a grabar con Pez, y después hizo “Disimular”. A medida que esa última mitad del último miércoles del ciclo avanzó, el clima se volvió más ameno, íntimo y cómplice. “Atolondrón” fue puro Flopa y Minimal, y entonces Manza metió “Demasiadas impresiones” de Menos que Cero, como si hiciera falta más equilibrio a algo que parece haber nacido equilibrado. Y “Auxiliar” será otra nueva, tal vez la más sencilla de tararear a primera escucha.
Para el final quedó un agradecimiento para el staff, el lugar y para nosotros, que hicimos posible que cuatro miércoles se conviertan en nueve. Y yo, que había usado la figura del cumpleaños masivo para describir el clima en Ultra, lo relacioné con esas fiestas que uno organiza y le cae tanta gente que termina dividiendo la cosa como “familia a mediodía”, “amigos a la noche”. Si se hace la suma, la convocatoria justifica un teatro. Sin embargo, ninguno de los que estuvimos estos días, podríamos sentirnos más a gusto que entre esas mesitas de madera y la tarima apenas iluminada desde la que nos cantan “Debajo del álbum blanco” y “Dejadez” como despedida. Y así como en la canción los pasos en el vacío fortalecen, uno vuelve a la ciudad con una sensación parecida. Aunque se trate menos de pasos al vacío que de caminar en el aire. Que es casi como volar.



sábado, 19 de julio de 2014

Underdog en The Roxy

                La de ayer era la noche de un viernes largo, de una semana más larga aún y que debió haber comenzado con mis oídos cumpliendo la íntima promesa de escuchar la discografía completa de Romeo Santos, debido a que Argentina había salido campeón del mundo. Vaya a saber qué tipo de empatía tenemos con ese tal Göezte, que lo movilizó a evitarme tal oprobio, pero lo cierto es que ahí andaba yo deambulando por Palermo y sin copa del mundo bajo el brazo.  La cosa es que el cansancio fue vencido por las muchas ganas que tenía de estar en la presentación de “Other clouds” el nuevo disco de los reunidos Underdog. Así que lo tiempos cuadraron e incluso bastante antes de la hora anunciada (24hs) yo ya estaba en la puerta de The Roxy, acompañado por un puñado de grandulonas que aguardaban la salida de Valeria Gastaldi, quien había cantado previamente, para robarle un autógrafo o una foto.
                Fiesta Roxtar, auspicio de Ultrabrit magazine, y una banda que lleva colgada la etiqueta de brit pop presagiaban una noche más que interesante. Underdog, luego de un par de discos y un show como soporte de Queen + Paul Rodgers en  Velez que les valió buenas críticas, se había disuelto casi en silencio. O mejor dicho, multiplicado en los proyectos  de Eddy Caparelli (The Ocean) y Guillermo Stolzing (Moodyman). Esos proyectos nunca caminaron por separado y eso fue lo que los llevó a tocar nuevamente bajo el nombre madre el año pasado, cuando  una invitación de la Cancillería los reunió para el Liverpool Sound City. Dieron además unos cuantos otros  shows en las islas, incluyendo el mítico escenario de The Cavern. Y fue ese proceso el que parió “Other clouds”, el tercer disco de la banda, que en verdad se trata de un EP de seis temas.
                Yo había tenido oportunidad de escuchar algunos adelantos subidos a la web, pero me interesaba en particular escuchar en vivo los nuevos elementos a los cuales aparentemente apelaba Underdog para expandirse en su alcance sonoro. Y si bien la apertura resultó una bienvenida con tonalidades conocidas, para “Halt!”, Underdog empezó a mostrar sus nuevas cartas. Una línea de bajo repetida y pesada que remite a “The national anthem” de Radiohead, pero también a la propia “Death’s in the party” de “Utopic” (2004). Para los que conocemos la música de Underdog nada nos llamó la atención en particular. Las melodías limpias, el dejo melancólico en la voz de Caparelli, y los crescendos en los climas que propone la guitarra de Stolizing dejan bien en claro que dentro del amplísimo espectro que abarca la etiqueta del brit pop, el grupo elige transitar los caminos que remiten a grupos como Travis, Keane, el Radiohead menos pretencioso y especialmente el primer Coldplay.
                Las experiencias por separado hicieron que en algunos temas nuevos la presencia de la electrónica ocupe un lugar más destacado, pero Underdog hilvana un show que demuestra que más allá de las búsquedas, mantiene en absoluto su esencia. Entonces canciones como “Privacy”, “Don’t let me lie” y “Staring out for my window” conviven con nuevas como la languidez culposa de “Moments” y una “Other clouds” que suma a esos mismos sentimientos un tono de reproche y auto  afirmación, que tiene su correlato en una base de dientes apretados.  Detrás de los músicos, el anuncio con el nombre de la banda se deshace para dar lugar a proyecciones que van desde el cine mudo a un cielo estrellado,  y que devienen en líneas inquietas y variables que parecen salidas de carátulas de un reproductor de música digital.
                Hacia el final se destacó una excelente (y muy celebrada) “Apocalipstick” (de “Privacy” – 2007), y fuera de programa y a pedido de un fan, una versión acústica de “Circles”, la canción encargada de cerrar “Other clouds”. Quedó el escenario vacío con algunas programaciones sonando mientras las luces jugaban con tres bajas columnas que decoraban la puesta. En el regreso, Underdog cerró con “Yet to come” y la nueva “Fake UR”. A medida que esta última  avanzaba, en mi mente se iba figurando la genial sátira de Mitch Benn cuando cantó aquello de “Every thing sounds like Coldplay now”. Porque en este caso la influencia pasa a segundo plano y el tema resulta un homenaje directo y sin velos. La melodía, los falsetes del coro y la guitarra hacen de la canción una pista digna de “Parachutes”. Claro, Mitch Benn vive de la malicia y en mi caso la referencia me provocó apenas una sonrisa, al tiempo que pensaba lo bien que sonaría “Fake UR” en unas cuantas FM si los programadores aceptaran la sugerencia de darle una oportunidad. Y si alguno de ellos pasa por este blog, anímese,  haga la prueba y después me cuenta.
                Las consideraciones de las primeras líneas de este posteo fueron las que me llevaron a abandonar veloz The Roxy y procurar rápido un taxi hasta mi casa. Incluso si estacionar al borde del colchón estuviera permitido, lo hubiera solicitado. Eso sí, durante todo el viaje, unas cuantas agridulces melodías se repitieron en mi mente en continuado, haciendo del regreso un viaje más que placentero.