viernes, 6 de diciembre de 2013

Adrian Belew Power Trio en el Teatro Opera

Yo tengo dos blogs. Dos blogs bien diferentes, por cierto. De este no tengo que dar muchas precisiones, salta a la vista su contenido. El otro, para los que no lo hayan leído, es de cuentos. Y en ese otro blog, en uno de los últimos posteos me permití ironizar exagerando una situación sobre la decisión de mi banco de elevarme a la categoría de cliente exclusivo. Pues bien, meses más tarde de aquella decisión sobre la cual no tenía mayores expectativas, la condición de cliente exclusivo me hizo acreedor de un lugar para ver a Adrian Belew en el Teatro Opera sin desembolsar un solo peso. Ese tipo de situaciones, que un banco regale a sus clientes entradas para ver a Adrian Belew, son las que me hacen pensar que la revolución ocurrió mientras yo dormía. Aunque tambien son las que en el momento de pleno uso de conciencia, me llevan a dudar de todas mis convicciones y principios. Eso sí, no iba a hacerme ningún tipo de planteo ético acerca de aceptar o no la invitación, eso jamás estuvo en duda. Así que entre al Opera dejando todos mis principios en la Avenida Corrientes, y después en terapia intentaré resolver las culpas.
Yo había estado en el Estudio Samsung en la anterior visita de Belew a Buenos Aires, y no habiendo novedades discográficas, no esperaba un show muy diferente esta vez. Claro que no me interesaba eso del todo, porque si hay algo que atrae del trío que integran Adrian Belew, Julie Slick y Tobias Ralph, es que más allá del repertorio, está pensado para tocar en vivo. Así que las ganas de estar estar frente a una nueva demostración del poderío del trío, en mi caso funciona como esos nenes que se ponen de nuevo en la cola de la montaña rusa, ni bien salieron de la vuelta anterior.
Bueno, dije que no había novedades, y en realidad sí las había: la nueva recreación de King Crimson anunciada por Robert Fripp, no incluye al guitarrista de Kentucky. Así que verlo entrar solo al escenario y dar comienzo al show con nada menos que “Matte Kudasai” resultó todo un símbolo, que con el correr del show se iba a afirmar, aunque haciendo hincapié en la cuestión con humor, y sin ningún reproche por la decisión. Algo que por otra parte Belew ha aclarado en cuanta nota dio desde que se conoció la decisión de Fripp. Después cony “B”, ya a banda completa, empezaron a construir un clima dentro de un teatro que iba a terminar ardiendo.
De entrada sucedieron un par de problemas técnicos, como por ejemplo unos arpegios que Belew grababa para dispararlos repetidos desde su laptop y que se revelaban atronadores, o incluso alguna queja de los tres músicos por el volumen de los monitores. De todas maneras nada sacó de sus cabales a Belew, que no podía ocultar su sonrisa ni con la gorrita con visera que le hacía sombra sobre medio rostro. Sonrisa que la contagió definitivamente a toda la platea, cuando nos regaló otro tema de “Discipline”: “Frame by frame”. “Writing on the wall” fue otro tema propio que anticipó a un clásico propio ("Young lions") y otro compartido: “Dinosaur”, aquel tema de “Thrak” que naciera en estas tierras, y que convirtiera a Buenos Aires en un oasis progresivo promediando los años '90.
A partir de allí el show se encaminó en una espiral creciente, cuyo poderío total iba a estallar alrededor de media hora más tarde. Tobias Ralph (en un punto de estilo más identificado con Mastelotto que Marco Minnermann, quien estuvo a cargo de la percusión en 2010) tuvo su lucimiento individual en la intro del expansivo “Beat box guitar”. El contrapunto de la guitarra con el bajo de Julie Slick es formidable, y promediando el tema, los sonido provenientes de los pedales de efecto de Adrian Belew remiten a todo tipo de animales, y de pronto nos vemos sumergidos dentro de un capítulo de Tarzan. “Neurótica” (de “Beat”, 1982) fue otro momento Crimson repetido con aquel set de 2010.
Adrian Belew no suele hacer exageración de sus virtudes, por suerte (y por eso lo queremos tanto), y si hay algo que jamás nos hecha en cara es su ego. Pero cuando el trio toca “Futurevision” uno no puedo hacer otra cosa que rendirse ante semejante demostración de destreza, inventiva y virtuosismo. Belew juega con sus pedales, inventa sonidos, se sonríe cómplice con sus músicos y además, tal vez de manera inconsciente (porque el tema está incluido en su setlist desde siempre) se suma a los homenajes a Nelson Mandela cuando canta “ I hope we can see there's more than one side. I know there's no such thing as race, just a human race. I hope we can see the world is not black and white”. Cuando termina el tema, abre los brazos y sacude sus dedos. Puede ser un gesto jocoso de su parte, pero es muy dificil pensar después de haberlo visto, que al terminar no le ardan los dedos. El concierto se cierra con el progresivo “E”, durante el cual la gente se levanta de sus asientos y se arrima al escenario como para comprobar que si lo que sus sentidos les venían transmiento provenía de personas de carne y hueso.
El show fue breve, pero la contundencia había sido tanta que a esa hora nadie pensaba en cronómetros. Y además cuando el trio volvió al escenario e hizo “Three of a perfect pair”, nadie se hubiese animado a reprochar nada. Al terminar los músicos entrelazados se arriman a su público y algún privilegiado recibe una pua de recuerdo. Belew presenta a sus músicos y a él mismo se nombra gracioso “I'm Robert Fripp”. Después pregunta, como si hiciera falta, si queremos una más, y la versión de “Thela hun ginjeet” provoca espasmos en algunos que pretenden seguir con las piernas, brazos y cabeza el ritmo desbocado del clásico de “Discipline”. Cierre perfecto con el espíritu de King Crimson presente en el Opera.
Ya fuera del teatro recapitulo y me doy cuenta que el show fue muy similar al de su anterior visita, en especial el tramo final. Aunque, tal vez todavía sacudido por la contundencia de la música, a mí me resultó más potente que la vez pasada. Pero Belew es un artista inquieto, no muy amigo de las rutinas, y me acuerdo entonces que promete para el futuro un nuevo proyecto: Flux. Así que mientras Fripp y los suyos estén buscando estar a la altura de su leyenda, Adrian promete hacer “música que no pueda nunca ser escuchada de la misma manera”. Queda la incógnita entonces para el futuro cercano. Por mi parte yo busco desembarazarme del chip Belew, porque esta noche voy a ver a Amparo Sanchez, y el cima será diferente.








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