Aunque recién estemos terminando Abril, puedo asegurar que “Quema”, el recientemente editado segundo trabajo de Bicicletas (descontando todos los EP) estará entre los mejores discos que se puedan conocer por estas tierras a lo largo de 2009. La cita era una apuesta fuerte para la banda, tocar por primera vez solos en La Trastienda y estar a la altura de las muy buenas críticas que “Quema” viene cosechando en cuanto medio se tome el trabajo de juzgarlo. Y si bien el lugar estuvo lejos de llenarse, una muy buena cantidad de público se acercó anoche a San Telmo para disfrutar de una hora y media de unos Bicicletas en muy buena forma y desbordantes de energía.
El show tuvo un arranque medido con “La puerta”, pero en seguida las versiones de “Ojos” y “Corre” se encargaron de levantar la temperatura y entregarle a la noche el tono que correspondía y se esperaba. Bicicletas es esencialmente una banda de guitarras oníricas, que en su vuelo nunca pierden su carácter directo y frontal. Con una voz siempre al límite, que parece quebrarse en cada frase surrealista, con letras en donde abundan los colores, las aves y casas que se hunden, se alejan, que siempre permanecen como último refugio. En ese clima la sucesión de temas no hace más que mantener el vuelo en niveles más o menos elevados según las canciones, pero nunca se volverá a sentir los pies sobre la tierra. No se trata de saltos o de pogos, sino de sentidos elevados por una música que los estimula e incita al vuelo.
Los temas nuevos suenan más roqueros, pero no por eso les costaron entrelazarse con los anteriores, y se intercalaron momentos de extrema intensidad como “Pica pica” o “Corre”, con algunos más calmos (“Pájaros”). La iluminación es un bombardeo colorido que con la ayuda inestimable del flash termina por concretar la propuesta psicodélica. La voz de Crivelli parece tomarse al pie de la letra la súplica de “Conversación” cuando pide quiero que lo sientas cuando se rompa mi voz y el show va de menor a mayor. Pasan “Elefantes”, “El gran Houdini”, el tándem “Quema” y “11 y 20” (lo más parecido a un hit radial que hayan hecho), “Cara de rojo” y esa especie de blues espacial que resulta “Araña negra”, con cita a la apertura de la serie “Los Locos Adams”, en lo que fue el momento de mayor electricidad de la noche.
Hacia el cierre (que no incluyó bises) tocaron una potentísima versión de “Granadas y paraíso”, tema que cierra el disco anterior (Bicicletas – 2006) y “Tren”, que cumple la misma función en el nuevo. La psicodelia se arrima al fogón, y el espíritu de Miguel Abuelo recorre la sala. Aunque me quedé con las ganas de escuchar “Adios mundo cruel”o la extraordinaria versión de “Sucio y desprolijo” de Pappo que suelen hacer en vivo, la presentación en público de “Quema” quedó concretada de la mejor manera. Bicicletas celebró su primera Trastienda en solitario y a partir de ahora se verá hasta donde los lleva el envión. Es deseable que las notas y comentarios que provocaron la realización de este show en algunos medios masivos que no acostumbran siquiera a a considerarlos, consiga aumentar la cantidad de oídos que acepten acercarse a esta propuesta y colabore con el crecimiento. Por mi parte, me mantengo en mi pesimismo y empiezo a sospechar que deberé pasar el invierno tolerando a Andres Calamaro y su insoportable versión de la Marcha de San Lorenzo en tiempo de jingle de bocadito de dulce de leche.
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