No sé si por el fin de semana largo, o porque dos de
los últimos tres posteos que subí al blog coinciden con los artistas que estuve
viendo estos días, pero lo cierto es que estuve a punto de no subir nada, y
guardarme las sensaciones para mí solo. Pero al final la pasé tan bien escuchando
música en vivo estos días, que decidí armar esta crónica a medias, contando un
poco de cada uno de los shows que fui a ver.
En el primer caso, estuve viendo a Audia Valdez en el
Sky Bar. La última vez que la había visto, Eloisa Lopez había podido presentar
una propuesta integral y audio visual que me fascinó. En esta oportunidad se
trató de un show compartido con Martín Rodriguez (otro artista de Twitin
Records, próximo a editar su nuevo material por el sello), y en una versión a
la que podría calificar de minimalista. El Sky Bar es un recinto en el piso 13
del Hotel Pulitzer, abierto a todo el público
que tiene su mayor razón de ser en el after office de entre semana. Un
jueves santo solo estaba poblado por algún ocasional visitante, pasajeros del
hotel y los que específicamente fuimos a escuchar música. Buena previa con música
francesa contemporánea. El clima ayudaba (es una terraza semi cubierta), y la
excusa era la mejor.
Abrieron con “Espiral”, una canción de Eloisa de su
disco “Por un paisaje”, y en general el show se concentró en los temas de “Fotogramas”,
el último trabajo de Audia Valdez, algún anticipo de Martín Rodriguez , y
varios covers. Mucha pista, la guitarra de Martín y un bombo legüero. Al escuchar
las canciones de “Fotogramas” cada vez me gustan más, y confirmo la primera
impresión: se trata de un trabajo para descubrir con cada escucha, para
interpretarlo, disfrutarlo, y al que el tiempo mostrará cada vez más maduro. Los
sonidos son bien adaptados al formato reducido, y aunque hay canciones como “Fotogramas”
que relucen con el mismo brillo que en el original grabado, hay otras que encuentran su propia identidad en los
arreglos de ocasión (“Dos mentes”, “Evolución”).
No conocía las canciones de Martín Rodriguez, y por
lo poco que escuché el jueves se trata de melodías luminosas, con
reminiscencias folklóricas, y la impronta de Cerati y Spinetta rondando a cada
una de ellas. Lindos arreglos, guitarra delicada y una voz llana que sabe
decirlas y hacerlas lucir. En medio, y tal vez apuntando al público
desprevenido, una potente “Ana no duerme”, el tributo a Cerati con “Cosas
imposibles” y una gran versión electrorock de “Across the universe”. En definitiva,
hermosa tarde/noche de jueves, en un espacio que si no fuera por los precios de
su carta, sería ideal.
Anoche volví al Bebop Jazz Club para volver a
escuchar a Marco Sanguinetti. Pero en este caso no se trataba del proyecto
versionando a Radiohead, sino el regreso con su cuarteto y sus propios temas,
en especial del disco “Ocho”, último trabajo producido por Manza Esain. La espera en este caso estuvo amenizada por
unos quesos y la herejía del crudo y la bondiola, acompañados de unos cuántos tragos de la mejor versión de
la sangre de un Cristo, que en modo Houdini on, por esas horas debería estar
cavilando cómo zafarse de las ataduras romanas.
El concierto abrió con “Cuchillo”, y a lo largo de
algo más de una hora nos mantuvo a todos en vilo con una música zigzagueante,
capaz de crear y romper climas, y que tiene como guía un rastro urbano que
pareciera ser el hilo conductor entre el vértigo y la melancolía.
Además de un posesionado Fermín Merlo en batería, y
el aporte de DJ Migma, el cuarteto se completa con el contrabajo de Nicolás
Ojeda. Sonaron temas de “Ocho” (“Claramente”, “Navigator”), “Sucesos” (de “El
otro”-2011), y un par de nuevas composiciones. La primera con un motivo que se
repite y que gana en intensidad con una notable percusión que interpreta a la
perfección el caos contenido que propone la música. La segunda se trató de una
melodía sutil, sentida y con aires de nostalgia. Hubo algo también de
Radiohead, para cerrar cada uno de los dos tramos en los que se dividió el
concierto: primero con “Airbag” y luego “Black star”.
Victria
Zotalis hizo su aparición para el único tema cantado de “Ocho” (“La ventana”,
con Marco Sanguinetti en armonio), y para el cierre quedó (en un bis anunciado,
que no terminó siendo bis) el tramo final de “Dark side of the moon”, con citas
al one hit wonder de Blas Parera.
Cuando
salí me di cuenta de que había recorrido las noches del jueves y viernes
santo, a una ciudad que a nivel del suelo estaba atravesada por piquetes en
forma de procesiones, comiendo, bebiendo y escuchando música en terrazas y
sótanos. Sutil manera de transgredir la mía, ja!
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