sábado, 7 de marzo de 2015

Marco Sanguinetti plays Radiohead - Bebop Jazz Club

            Recién al empezar a escribir me di cuenta de que este era el primer post de 2015. Raro, porque por lo general a esta altura  del año ya tuve un par de conciertos vistos dignos de comentar acá. En realidad, ahora que lo pienso, lo que no hubo fueron posteos, porque durante enero la vida me permitió conocer algunas ciudades europeas y la música en muchos casos funcionó como guía turística. Pero además me pude dar el lujo de ver a Vincent Delerm actuar en el Olympia de Paris. Y si bien por estar mente y cuerpo de vacaciones no lo comenté, no lo puedo dejar de citar por dos motivos. El primero para darles un poco de envidia (que asumo será de la sana), pero el segundo y principal es porque aquella noche Delerm, quien se caracteriza por su arreglos prolijos y a veces hasta orquestales en su manera de abordar la chanson, tocó solo con su piano. Y el piano es el protagonista principal de este post.
            Mas allá de algún comentario previo ocasional y muy por arriba, a Marco Sanguinetti lo conocí cuando tocó con su cuarteto teloneando a The Bad Plus en La Usina del Arte. Recuerdo que de aquella noche me quedaron algunas ideas grabadas asociadas a su música: impronta porteña como hilo conductor ante la integración de estilos, y la música como incidencia en el andar cotidiano, a tal punto que lo relacioné con el cine.
            En este caso la propuesta no dejaba lugar a dudas: Sanguinetti Plays Radiohead. Pero lo que yo sí tenía era la inquietud de cómo sería abordarda la música de Yorke y los suyos. Porque a la hora de adentrarse en las estructuras de las canciones de Radiohead, para desarmarlas y reinventarlas, los caminos se pueden cruzar con varios escollos. Hay antecedendes en todos los estilos. En el jazz, Brad Mehldau desde ya, y también los Bad Plus hicieron “Karma Police”. Chistopher O'Riley hizo lo propio desde una óptica clásica hace más de diez años. Incluso hay una versión dub y reggae de “OK Computer”. Pero si había algo valioso en la apuesta de Sanguinetti era agregar un desafío extra: que cada disco de Radiohead tenga por lo menos un tema durante el concierto. Y para quien conozca la discografía de la banda sabrá perfectamente de lo inquieto e impredecible de los caminos transitados por Radiohead a lo largo de su historia, y que este recorrido  sinuoso impide aproximarse a todos los trabajos desde el mismo ángulo de una mirada musical. Acotación extra para cerrar la larga introducción: el Bebop Jazz Club es ideal para este show. No solo por su comodidad y estilo, y porque el jazz tocado en sótanos siempre tiene un plus místico, sino porque además, si hay una versión de Radiohead que más me sorprendió y siempre recuerdo, fueron aquellos videos de “In rainbows” grabados para “From the basement” que los mostraban ensimismados, creando un mundo musical aparte en aquella abstracción.
            Una vez ubicados sobre el escenario Ezequiel “chino” Piazza en la batería, DJ Migma frente a sus bandejas, y Sanguinetti en su piano, el único elemento que decora la presencia de los músicos es la tapa del vinilo de “OK Computer” sobre un atril. Un detalle escenográfico que no es menor, sino una pista. Porque serán esas tapas de cartón intercambiadas tema por tema los únicos indicios que Sanguinetti nos dará sobre cada versión. Eso, y el “preparen sus airbags”, que aconsejaba el flyer en la web, y que nos sumergiría en el concierto. La noche en definitiva no solo se trataba de la música reinventada de Radiohead, sino también del encuentro y desafío entre una cofradía de fans.
            Acumular palabras para describir lo que sucedió con cada canción interpretada anoche resultaría un sinsentido, así que voy a limitarme a contar sensaciones y de cómo me transportó y a qué me remitió cada momento musical. En “Black star” el motivo se repite hasta alzarse en un clima que decaerá hasta recuperar su original calidez. En “I might be wrong” aparece uno de los momentos más jazzeros y emparentado (en especial por el tempo rockero de la percusión) con The Bad Plus. El “Everything in it's right place” de “Kid A” se vuelve chacarera, aunque el 6/8 no alcance para explicar absolutamente nada de lo que escuchamos. Sanguinetti habla de destruir temas, sin embargo no es esa la sensación que llega a mis oídos. Los loops y fraseos siguen sosteniendo las versiones, y el carácter ya de por sí expansivo de la música transita carriles paralelos sin abandonar nunca su guía original. Y a veces sorprende, como en “Creep”, cuando la melodía confesional se consagra en un estribillo digno de una balada de Chopin.
            Hacer versiones instrumentales de canciones que originalmente tienen letra puede desatar varias consecuencias. En algunos casos la melodía despojada puede brillar por cuenta propia y revelar detalles que las palabras opacaban. Pero otras veces, como en la mayoría de los casos de las versiones de Radiohead de Sanguinetti, los patrones obsesivos, paranoicos y enclaustrados permanecen vigentes aún despojados de la letra. Y aunque con esto no quiere desmerecer un ápice al intérprete de anoche, está claro que la virtud está en la cohesión de las creaciones originales.
            La continuidad muestra a “Kid A” con “The national anthem” y un despliegue percusivo extraordinario. Y luego la intimidad de “Motion picture soundtrack” en la que Marco Sanguinetti se aboca con su pequeño armonio. Si bien el aporte de DJ Migma es digno de valorar a lo largo de todo el concierto (cuéntenle a Pappo lo que puede hacer un DJ, desafía Sanguinetti en un momento), por lógica iba a tener su momento más destacado en “King of Limbs”, citado con “Little by little”, luego del tenue pasaje por “In rainbows” con "Nude".  Y a la hora en que el concierto ya había pasado bastante más de la mitad, uno se da cuenta que la propuesta se trata tanto de un abordaje y desafío artístico como de un homenaje. Un gusto personal ahondado por la fascinación con la música de la banda de Abigdon, en el marco de un descubrimiento personal y permanente. Por ese motivo Sanguinetti rescata el valor de “Hail to the thief”, colocándolo entre sus discos preferidos, cuando la crítica (y buena parte del público)  lo ha destinado a la categoría de un disco menor dentro de la discografía de la banda, a la hora de versionar “Scatterbrain”
            Para el final se rompieron todos los misterios (si es que para alguno todavía los había) y entonces el  “Idioteque” que cerró el concierto fue el único tema en ser anunciado por su nombre. Aunque a decir verdad quedó un bis también anunciado, que a pedido del público,  quedó a cargo de la expansiva “Paranoid android”, tema que forma parte de la discografía de Sanguinetti a partir de su presencia en su disco “El otro” de 2011. 

            Mientras Marco Sanguinetti se prepara para regresar a los escenarios con su propia música, quedan dos fechas más para esta más que recomendable propuesta, así que queda hecha la recomendación. Una ideal manera de acompañar la transformación de la noche del viernes en la madrugada del sábado, con una copa de vino en la mano, y una música maravillosa  reinterpretada de la mejor manera. Porque aquel “the sound of the brave new world” del tema de Talking Heads que sirvió para bautizar a la banda homenajeada, anoche se mostró más vigente que nunca.




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