martes, 11 de diciembre de 2012

Festival Rock y Reggae DIA 3 - Mimi Maura, Dancing Mood, Onda Vaga, El Cuarteto de Nos

El domingo fue un día raro. Había muchísimas opciones y de todo tipo para decir presente. Estar en San Juan con el debut de Ramón Diaz en el banco de River, o en la Plaza de Mayo en el Festival por la Democracia y los Derechos Humanos eran dos de las opciones por las que el corazón hacía más fuerza. Pero también la tercera fecha del Festival Rock y Reggae en el Microestadio Islas Malvinas, una interesante propuesta de fin de año y que incluyó dos tarde/noche más, además de la del domingo. Novedosa y ambiciosa propuesta, porque un evento de esas pretensiones sin sponsor resulta todo un desafío en sí mismo, más allá del prestigio de la grilla (que incluyó nombres como Guasones, Bersuit y La Vela Puerca). Pues bien, entre la política el futbol y la música, esta vez prevaleció la música, y allí fui para Paternal en el domingo caluroso de Buenos Aires. Mientras tanto el celular traía las alegrías de los goles de Sanchez y Lanzini, y me enteraba también de la masividad del festejo democrático en la plaza.
Llegué cuando arrancaba Mimi Maura con “Todos los días de sol”, para pegarle en seguida “Canción a Nereida”, ambas de “Dias de sol”, el último disco de la banda que ya tiene buen rodaje, puesto que se editó en 2009. Supongo que cantar la canción con la que Mike Acevedo, padre de la cantante, le dedicara su amor a la madre de Mimi debe significar para ella una emoción muy particular, pero hay que decir que la pasión y la entrega de cada una de las interpretaciones tienen ese mismo condimento. Hacía mucho que no veía a Mimi Maura en vivo, y en su caso uno no espera evolución ni sorpresas, sino esa intensidad con la que viste de encanto caribeño a cada canción, más allá del ritmo y los diferentes climas. Por momentos prevalece la intimidad con “Al borde del tiempo”, “ Loiza aldea”, pero lo más festejado llega con canciones como “Ya no lloro más”, en las que la gente pareciera tomar impulso. A decir verdad el horario relativamente temprano en el que tocaron hizo que muchos chicos se vayan sumando al show a medida que este avanzaba, y tal vez por eso el calor llegó al final, con más gente, pero también con la llegada de los clásicos como “Otra copa” y “La huella”. El cierre de su set los encontró, considerando las premisas de rock y reggae que proponía el festival, asumiendo su identificación con la segunda palabra, y la versión de “Judge not”, el tema que Bob Marley que grabaran para el tributo de 2004.
No quiero ser injusto con las bandas que tocaron antes, porque resulta que el Festival arrancaba muy temprano, a la hora en que mi aparato digestivo culminaba por metabolizar las pastas domingueras. Así que apenas me limito a nombrar a Prófugos del Borda, Hernán Biondi y a Heladeros del Tiempo, quienes se encargaron de ponerle música al primer tramo de la fecha y de los que no puedo hacer ningún comentario.
Entre cada show había que salir a tomar aire, porque a pesar de la buena circulación en el estadio, los 30º se hacían sentir. El predio estaba muy bien aprovechado, con un puesto de helado, un patio cervecero y varios puestos de ventas de Cds y remeras en la parte exterior del estadio propiamente dicho. Eso sí, los precios de las bebidas y comidas parecían tener la intención de financiar la parte de los costos que la ausencia de sponsor no alcanzaba a cubrir. De todas maneras la cerveza encontró muchos adeptos.
El caso de Dancing Mood es especial, porque era la banda de todas las que tocaban ayer la que más intriga me provocaba ver. Más que nada porque me resultan una gran deuda ya que todos las veces que los escuché me prometí dedicarles una atención más exhaustiva, cosa que siempre terminé postergando. Pues bien, ayer finalmente me di el gusto de estar frente a esta Big Band, auténtico catálogo de músicos de la escena reggae/ska local. Fue el trompetista y líder Hugo Lobo quien tomó el centro del escenario, manejando todos los hilos de la orquesta. No casualmente vestía la casaca de Cuauhtémoc Blanco, como para que no queden dudas de quien marca los tiempos en ese conjunto. A decir verdad tanto Lobo como el saxofonista Sergio Colombo, en realidad volvían al escenario, pues ya habían estado sobre él como miembros de Mimi Maura. Con base en el ska jamaiquino, temas como “Take five” o “Dandimite” son la escusa para el despliegue individual de solos que se van sucediendo en una improvisación jazzera que permite citas y juegos melómanos en los que se descubren desde clásicos como “Rezo por vos”, temas tribuneros como “Muriendo de pena” de Ruben Rada, hasta citas fiesteras con el “Ilarie” de Xuxa. Con adaptaciones de clásicos como “Take the A train” y con The Skatalites como guia y referencia absoluta, mantuvieron a la gente en un leve, cansino y permanente baile, mientras arrancaban aplausos a fuerza de intervenciones solistas en especial de los vientos, aunque también se destacó un solo de guitarra de matriz “santanesca”. “Latin goes ska” y el coreado por todos “No me pisen las flores” fue la única parte vocal de un set íntegramente instrumental que nos dejó a todos con una enorme sonrisa y bien a punto para disfrutar de Onda Vaga.
Cuando entré para ver a Onda Vaga confieso que lo hice con prejuicios, porque los había visto en el Festival que cerró Café Tacuba en el Planetario y me habían parecido bastante frios. Mas allá de la simpatía que me producen sus canciones tenía esa deuda, que adelanto, saldaron por completo. Después de la “Vaguiseñal”, “Marineros” puso de buen humor a todo el mundo. Y a partir de allí mantuvieron a la gente cantando todas y cada una de las canciones, que los pibes se saben de memoria. “Ya” y “Me pega fuerte” son dos buenos ejemplos de la atmósfera fumona de sus letras y melodías. Pero también muestran que saben apropiarse de canciones ajenas, como el caso de “Como que no? De “el príncipe” Gustavo Pena en la que incluyeron cita de “La saeta”, aquel poema de Antonio Machado que musicalizara Serrat a fines de los 60. La invocación de Gustavo Pena funcionó como gesto para con los uruguayos que venían más tarde y que no fueron los únicos, porque La Vela Puerca había estado a cargo del cierre de la fecha 2 del festival. “Baila”, “Jovens”, “Vayan a ser” (“va a nacer una pena en una flor, una oreja en tu caparazón” los pibes son definitivamente delirantes) son una mezcla de inocencia e ingenuidad, que a veces resulta natural y otras bañada de sarcasmo. Tocaron un tema nuevo, en “Rayada” abogaron por el fin de la violencia de género y con “Sequía de amor” parecieron cerrar un set, que terminó por ser un gran fogón bajo techo. Pero la gente pidió más y en un guiño inusual en estos festivales (tal vez aprovechando la disponibilidad de tiempo que había dejado el cambio de fecha de Bersuit, inicialmente programado para ayer), les dieron unos minutos más, en los que los Onda Vaga regalaron “Mambeando”, la frenética “Cartagena” y “Te quiero”. Aunque a decir verdad el final quedó a cargo del público que se quedó coreando “El experimento” mientras los plomos reacomodaban el escenario.
Antes de El Cuarteto de Nos pasaron varias cosas. En primer lugar la demora entre banda y banda se prolongó más que los intervalos anteriores, pero una de las diferencias más notorias fue el público, que se renovó en buena parte. Domingo tarde y un lugar en el que no abundan los medios de transporte influyó, aunque el principal motivo tuvo que ver con que El Cuarteto de Nos y las bandas reggae no comparten el 100% del público. De hecho buena parte de la gente con las remeras de “Porfiado” se quedó afuera tomando fresco durante los shows de Onda Vaga y Dancing Mood. No eran muchos, pero eran los que más agitaron en la previa que se demoraba, y los que consumieron toda la energía en la hora y cuarto que duró el show de los uruguayos. Que abrieron con “Algo mejor que hacer” y “El hijo de Hernandez” en una seguidilla que despabiló a todos, como un sopapo que despertó a los que quedábamos, cuando hasta entonces el humo no había hecho otra cosa que acercar a los estómagos bajoneados a los super panchos de precio inaccesible. Suponiendo estar frente a un público no del todo propio (solo en una mínima parte puede llegar a ser cierto), El Cuarteto de Nos apeló a la energía y dieron el show más potente de todos los que les llevo visto. Compacto y demoledor, casi punk por momentos. Se olvidaron de temas como “Mi lista negra”, y sacaron a relucir su repertorio más rokero, al que solo le dieron respiro con las intervenciones de Tavella (entre ellas “Enamorado tuyo”, con notorios problemas de sonido), aunque “No te invité a mi cumpleaños” también sonó más enérgica que de costumbre. Tal vez la única concesión en serio a ese clima fue “Todos pasan por mi rancho” en el que insólitamente la gente se sentó en el piso del Malvinas. Si hasta ese momento la tercera fecha del Festival Rock and Reggae se había caracterizado por el baile tenue y el tarareo hipnotizado, con el Cuarteto todo fue desborde. Los fans más aguerridos no interrumpieron el pogo en ningún momento, y ni siquiera midieron el enorme costo de las botellitas de agua fría que se vacíaron entre ellos en medio de los saltos. Con “Nada es gratis en la vida”, los desaforados “Buen día Benito” y “Miguel gritar”, mas “Yendo a la casa de Damian” el Microestadio Malvinas quedó regado de sudor. Y a pesar de la hora, el calor y lo poco práctico del estadio como para salir a esa hora, a nadie se le ocurrió irse sin pedir una más. “Me amo” e “Invierno del '92” cerraron el set del Cuarteto, la noche y el festival todo.

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