Si el nombre Happy
Monday es una respuesta al Blue Monday de New Order, el día que que
les tocó a los de Manchester para presentarse en Puerto Madero bien
pudo haber sido un sarcasmo climático para que el miércoles parezca
lunes. Buenos Aires en su expresión más agotadora: gris, una
humedad insportable, un clima templado que amagaba a enfriarse de un
momento a otro, un aire pesado e irrespirable y por si hiciera falta
esa bruma pegajosa capaz de convertir el inminente fin de semana
largo en tres días de reposo absoluto. A pesar de todo no estaba
para perdérselo; lo gratuito por estos días suma y mucho, y además
la posibilidad de ver a Happy Mondays con su formación original no
era para desperdiciar. Eso sí, tampoco era para clavarse toda la
previa abajo de la llovizna, por lo que no tuve el placer de conocer
a los “We have band”, aunque tanta precaución hizo que me
perdiera la primera parte del set de Wild Beasts. Temas más bien
ambientales, hipnóticos, en donde las pocas melodías se sostienen
en la voz teatral de su cantante Hayden Thorpe y su falsete, que
resulta el sello de la banda. Más que interesantes, muy bien
recibidos por la gente, terminaron por ser una apertura ideal.
Mientras acomodaban el
escenario y Movistar se empeñaba en recordarnos que estábamos ahí
gracias a su bondad y desinterés, uno de los plomos gritó
“Manchester!” y puso “She bang the drums” para levantar el
clima, pero al minuto le cerraron el sonido y sus intentos de ganar
el corazón de la gente (???) quedaron en la nada. Unos pocos meses
antes vi en el mismo lugar a los Inspiral Carpets, con lo cual podría
decirse que el sello del sonido Manchester no era ajeno al
anfiteatro. Como todo evento gratuito, si hubo algo que caracterizó
al público fue el ecleticismo, pero el hecho que haya visto pasar a
tres personas que me remitieron a Wil Weathon, puede acercar una
idea de la fauna del lugar. Después puntualmente Bez haría su
aparición sobre el escenario para presentarnos a la banda, que
arrancó el set con un dueto irresistible: “Loose fit” y “King
afro”. Shaun Ryder es un grande de esos de los que uno se la pasa
lamentando cómo han desaprovechado su genio. Verlo allí parado,
gordito y poco expresivo, limtando todo movimiento a tomar el agua
que sostiene con su mano izquierda (y fumar a veces), al principio me
produjo cierta indulgencia; pero su voz inconfundible y en buen
estado, más una banda que sonó impecable, transformaron esa
sensación en una anécdota. Rowetta sostenía una especie de látigos
bondage de varias puntas, pero con los que jugaba ingenuamente como
porrista. La guitarra de Mark Day empezaba a tomar temperatura y las
cabecitas de todos se iban moviendo al ritmo que proponían los
británicos.
Bastante menos gente que
en otros eventos de la compañía de celulares en el mismo espacio.
No sé si fue por el clima o si repartieron menos entradas, pero si
lo comparo con la noche de, por ejemplo, Janes Addiction, el espacio
libre era inocultable. Shaun Ryder se empecinó en saludar en español
al público, con una pronunciación deplorable a pesar del “machete”
que lo acompañaba. “Ustedes son un público incredible”, dijo
cuando aún no terminábamos de reconocernos (su último paso por el
país fue en Diciembre de 2007). Por otra parte su fanatismo por el
United evitó referencias futboleras en general y a Kun Agüero en
particular. Al paso de las canciones, que por lógica tuvieron el
primer gran momento con “24 hour party people”, la banda fue
ganando en contundencia. El sonido fue impecable e implacable, gran
mérito de la organización. Y seguido a ese hit, cuando adoptaron su
sonido más “clubber” (tramo que tuvo su pico en “Hallelujah”),
directamente arrasaron.
Factory Records no
existe más, y sus fundadores y promotores fueron exterminados por
sobredosis, golpizas, cánceres y miterios. El ataúd de Tony Wilson
lleva el 501 como número final del catálogo FAC. A excepción del
primer disco con Black Grape, Shaun Ryder no ha vuelto a alcanzar los
picos creativos de los '80, pero los Happy Mondays reunidos
demuestran que aunque su música ya no sea novedosa, puesta a prueba
al sonido en vivo, la fórmula todavía funciona. Rowetta entra y
sale del escenario según los temas, el inefable Bez entra
esporádicamente a bailar, pero su desenfreno no se repite en el
público que acompaña todo el show con un leve bamboleo, pero sin
exageraciones (salvo un par de chicas unos metros delante mío que se
sacuden enajenadas y poseídas). Y así fue transcurriendo un show
que a muchos nos devolvió la fe en la banda.
“Bob's Yer uncle”,
la guitarra que arde en “Mad cyril” y un cierre desbordado con
“Step on” le pusieron un broche sónico fenomenal a un set breve
pero contundente. Bez volvió para arengar al baile y mientras desde
unos de los VIP soltaban unos globos con helio que se escapaban hacia
Alicia Moreau de Justo (único aditamento inesperado en una puesta
sobria tanto escénica como lumínica), los Happy Mondays se
despidieron entregando su mejor versión. Aquellos despropósitos en
español de Shaun al inicio (“Ustedes son un público incredible”,
“Movistar es fantasticou”), ahora repetidos se aunaron al tema
como en un remix improvisado. Al rato volvieron sin que nadie se los
pida e hicieron “Jellybean”, uno de los pocos puntos altos de su
fallido regreso al estudio en 2007 (“Uncle Dysfunktional”). Un
tema denso, muy cargado de capas de guitarra disonantes, que indujo a
un breve trance. Y por último “Wrote for luck” para cerrar
definitivamente a puro baile. Happy Mondays pasó por Buenos Aires
sin novedades, apostando a lo seguro tanto desde la elección de los
temas como en cuanto al sonido, pero entregando la versión más
convincente en años. Ojalá esa energía pueda plasmarse en música
nueva, porque basta con bailar un rato con ellos para darse cuenta lo
falta que hacen.
1 comentario:
BUena cronica, me quede con las ganas de ir a verlo
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