jueves, 25 de septiembre de 2008

Amparanoia en La Trastienda

La globalización, el cruce de las culturas, la fusión del arte cuando es suma de identidades y no imposición de ninguna sobre otra, permite en estos tiempos cosas como las que sucedieron anoche en La Trastienda: que el mundo, o al menos buena parte de él, ocupe y se exprese en un mismo escenario y al mismo tiempo. Amparanoia consigue que su Bye bye tour sea una auténtica fiesta de despedida, una celebración de la vida en su versión más caliente, en donde la alegría y la energía se desatan expresadas en ritmos, bailes y canciones que durante dos horas y media contagian, seducen y arrasan a un público que siempre parece dispuesto a más.
“No traigo balas, pero traigo el fuego y tu sonrisa es lo que yo quiero” dice Amparo Sanchez en una de sus letras, y vaya si lo consigue. En medio de rumbas, ska, reaggae, y boleros, todos atravesados por un espíritu gitano que les imprime un manto de celebración y desborde permanente, las canciones se suceden entre declamaciones de rebeldía y un feminismo a flor de piel. Porque con Amparo Sanchez en el escenario la palabra mujer es mucho más que un sustantivo y se vuelve verbo; un manifiesto permanente de la mujer como madre, como hija, y como amante. Entonces pasa otra mujer/madre/amiga sobre el escenario, Mimi Maura, en una visita temprana cuando el sonido todavía no se había acomodado y el retorno hacía estragos en los oídos de los músicos. Y todo fluye de una manera tan natural que durante la noche es probable que Cuba y Jamaica sean un mismo lugar, que Andalucía limite con Puerto Rico y que los Balcanes queden al borde del Río Bravo. Todo está allí, mientras la banda de desgañita en no detenerse nunca y sostener el ritmo hasta el último aliento. Mientras la guitarra sueca imprime rasgos bluseros sobre cadencias latinas, mientras el voluminoso percusionista venezolano, dueño de un par de brazos capaces de defender la revolución bolivariana ellos solos y a las trompadas, hace gala de una gracia asombrosa para el baile. Y los espíritus de Bob Marley y de Joe Strummer dicen presente en la noche de San Telmo. Todo es probable; hasta una torta y un ramo de flores en manos de Mimi Maura, porque además y como si fuese poco festejo, Amparo cumple años.
Pasan montones de canciones, “Somos viento”, “La vida te da”, “Dolor, dolor”, “Hacer dinero”, “Ella baila bembé”, “Sacaron agua” y “Seguiré caminando” (nombre del DVD y CD de la despedida), mientras el idioma español se mezcla con el inglés y el francés, el calor crece y el ritmo no decae jamás. La felicidad se dibuja en cada rostro, arriba y abajo del escenario, el éxito de la fiesta se expresa en cada gota sudor, la pasión parece no tener límite, y hace a la despedida tan larga y difícil que el final resulta una bienvenida: un Welcome to Tijuana, al tequila y a todo lo demás. Entonces sí, presentación de los músicos y telón final. Una de esos adioses que quedan marcadas en la piel y por mucho tiempo. Una de esas noches que nos devuelven las ganas de vivir, nos recuerdan que la rebeldía puede ser también sinónimo alegría, y que nos demuestra que la sangre que nos circula puede alcanzar la temperatura del fuego. Y que como dice Amparo:. “Somos el viento, que baila y que canta y si estamos juntos, somos huracán”.

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