En el año 2004 se
publicó un boxset en el que Dana Colley y Billy Conway se tomaron el
trabajo de compilar varias de las obras que Mark Sandman había
dejado, al margen de Morphine. Entre tantas canciones hay una llamada
“Tomorrow” en la que Sandman canta “Mañana es hoy, nunca va a
desaparecer. Hoy, mañana es aquí. Lo que suceda a continuación
nunca ha sido tan claro”. Y como un mantra, fue la fuerza de esos
versos en la voz grave de Sandman recreada por una mente que parecía
adelantarse al concierto, la que me sirvió para introducirme en el
espíritu de la noche que Vapors of Morphine llegó a proponernos a
los porteños. Porque lo que sucedió a continuación nunca estuvo
más claro: la obra pasada de un talento que parece llegada desde el
futuro, y que se consuma en tiempo presente, consagrada por sus ex
compañeros y por un Jeremy Lyons, que arrastrado por la fuerza
devastadora de Katrina, llegó para completar el trío y poner en
movimiento esa música que nos acompañó a lo largo de buena parte
de la década del '90. Mañana nunca desaparece, siempre hay futuro.
Prepotencia. Optimismo. Trascendencia. Morphine.
La noche abrió con un
suave “Like swimming” mientras el telón aún no se había
levantado del todo. Tranquilo, con una improvisación jazzera al
comienzo en la versión más amena de la banda. Y enseguida “If”
y su cadencia blusera. Pero no fue hasta que Jeremy Lyons se calzó
el bajo de dos cuerdas y largaron con “Other side”, que la gente
reaccionó ante el sonido que había ido a buscar. Allí sí el saxo
(procesado por un amplificador de guitarras) de Dana Colley se
enciende, Lyons ocupa con soltura el lugar de Sandman (refiriéndolo,
citándolo, nunca imitándolo), y Jerome Deupree.....bueno, él toca
en su propio universo. Si bien está sobre la tarima mirando y
escuchando a sus compañeros pareciera conectarse de forma
telepática. Y sencillamente, la rompe.
El proyecto alguna vez
llevó el nombre de The Ever Expanding Elastic Waste Band y ya había
pasado por el mismo teatro en 2011 bajo el nombre de Members of
Morphine and Jeremy Lyons (con Billy Conway en segunda batería
también como miembro). Sin embargo este Vapors of Morphine tal vez
sea el nombre que mejor defina al proyecto. Remite a vestigios,
estelas; señales de que hay algo que aún mantiene vivas a esas
canciones. Como si lo único que nos separara de Sandman fuera una
bruma espesa detras de la cual se esconde la energía magnética de
Mark. Pero también la idea de reminiscencia abre la posibilidad a
nuevos caminos. Entonces, en esa sucesión de canciones inolvidables
como “Have a lucky day”, “Sheila”, “Eleven o'clock” o
“Head with wings” aparecen pequeñas jams, improvisaciones
contenidas que construyen pasajes hipnóticos, psicodélicos, de
tintes bluseros que llegan desde el delta del Mississipi, pero
también del oeste africano. Y es durante esos tramos que Vapors of
Morphine encuentra su propia originalidad. Como en “Different”,
una canción densa en la que el saxo pareciera citar contenido a los
Beatles de “Whitin you, whitout you”.
En medio sucedieron un
par de cosas insólitas: gente que llegaba media hora tarde (además
de la otra media hora de retraso en el comienzo del recital) y
preguntaba si hacía mucho que había empezado. Unos cuántos culos
inquietos que se levantaban a buscar papitas al buffet, o al baño o
vaya a saber qué carajo. Mi celular se quedó sin señal justo
después de un SMS que decía “Penal para Libertad, se cortó la
luz”, situación que colocó a mi Yo Riverplatense en estado de
desesperación. Y para coronar, un señor de la fila de adelante que
nos pidió a los de atrás que no sigamos el ritmo con los pies
porque le producíamos vibración en su asiento (??). Estuve a punto
de un “acting” simulando un Parkinson y reclamando por
discriminación, pero decidí ignorarlo. En medio de tanto
despropósito, que alguien le haya gritado un saludo de cumpleaños a
destiempo a Dana Colley, casi que resultó natural y lógico.
Mientras tanto la banda
seguía tocando. Improvisando pinceladas calmas y cautivantes, con
pasajes más rítmicos y vibrantes. “Honey white”, “All wrong”
fueron lo más destacado en ese sentido. Y luego de “I'm free now”,
llegó otra jam con espíritu anclado en el delta, y una sorpresa:
“de los Redonditos de Ricota, Sergio Dawi” anunció Dana en el
mejor español que le salió a esa hora. Y juntos cerraron el
concierto con “Cure for pain”, con el público de pie cantando
por la cura para un dolor que a esa hora resultaba improbable, y que
de existir en algún sitio recóndito, la música lo había vuelto
placentero.
El regreso fue rápido
(show en Motevideo un día antes y otro en Córdoba un día después,
casi que no había que perder el micro) y aprovechando el calendario,
abrieron los bises con “Thursday”. Por un instante me pregunté
cuán mal le abrá caido esa historia de affaire y amenazas al señor
correcto de la fila de adelante; su pareja bailando de pie a su lado
e ignorándolo, me dio la respuesta. Y si algo faltaba para coronar
la noche, “The night”, con la que casi que nos podrían haber
mandado a casa a buscar en sueños la continuación que sus “bedtime
stories” nos inspiraban. Pero volvió Dawi y con “Buena” el
tono letárgico se perdió por completo. Dana Colley le cedió
generoso a Sergio el lugar principal a la hora de los solos y el
local se ganó sus propios aplausos. Y el cierre fue con Vapors of
Morphine todavía cuarteto y “You look like rain”.
Tal vez porque querían
despedirse en formato trío. Tal vez porque les caemos hermoso. Tal
vez porque tenían hambre y querían compartirlo. La cosa es que
regresaron al escenario y nos dejaron a todos pidiendo “French
fries with pepper” a los gritos, mientras el teatro había perdido
su forma y los pasillos eran un amontonamiento de gente despidiendo a
los músicos.
Alguna vez fue Twinemen
con Laurie Sargent, que aun citando al comic de Sandman desde su
nombre, proponía otros caminos paralelos a Morphine. Ahora pareciera
ser cuestión de recoger la estela y mientras los vapores se disipan
construir un nuevo camino. Vapors of Morphine evoca a Sandman, y
hasta por momentos lo invoca. Pero si hubo algo que yo percibí en
esta visita es que la banda adquiere con paciencia y cuidado, su
propia identidad. Mark Sandman ya mostró el futuro, será cuestión
de construirle un presente que lo justifique.
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