
Esta fecha de los Martes
Indiegentes en Niceto estuvo a punto de convertirse en un chiste de
Les Luthiers, cuando (presumo que fue por ello) un partido de la
selección en la Copa América la postergó para un miércoles. Por
suerte (!) la burocracia municipal puso las cosas en orden: una
fiesta con nombre de martes debe hacerse un martes y punto. Así que
hubo que reprogramar, y entonces como Dios y Rodriguez Larreta
mandan, la celebración ocurrió un martes.
Llegué a un horario en
el que si se hubiese cumplido con la grilla anunciada, me hubiese
dejado con muy poco de la primera banda, los mendozinos Usted
Señálemeno. Considerando que uno labura al otro día, el retraso no
deja de resultar un incordio, pero en términos de goce y
descubrimiento musical, bienvenida la impuntualidad. Los chicos
cuyanos deambulan en un electro pop, con algo de new wave, muy
ochenta podría definirse a la propuesta. Van y vienen en los tempos,
les gusta crear climas noise por momentos y de allí saltan al baile
irresistible. Tocaron básicamente temas de su primer disco homónimo,
algún estrena y tuvieron a Leo Garcia invitado en un tema. Hicieron
un interesantísimo cover de “Tu nombre y el mio” de Lisandro
Aristimuño y un poderoso “Cheques” del flaco Spinetta. Pero su
principal virtud fueron convencerme con temas propios como
“Plastilina” y “Fusión y fin”. Están grabando el segundo
disco y estaré más que atento a las novedades.

El show de Usted
Señálemelo se realizó en el lado B de Niceto. Del otro lado del
tunel yo podía ver los reflejos en un los espejitos rectangulares de
Tan Frio el Verano, la otra banda de la noche. Venezolanos ellos,
afincado en Argentina, tienen una propuesta a la que le caben muchas
etiquetas y a la que siempre le faltará una. Shoegaze, sí.
Experimental, sí. Noise, sí. Ambient, sí. A ellos sí los había
escuchado en su bandcamp y tenía muchas ganas de verlos en vivo,
pero me enganché tanto con el primer show que poco puedo decir;
llegué casi al final. Tocaron con sus rostros cubiertos con unas
máscaras de ave rapaz y esos pocos minutos me alcanzaron para
confirmar mis buenas impresiones digitales.

Las dos bandas de más
trayectoria de la noche quedaron para el cierre. Primero fue el turno
de Bicicletas, banda a la cual este blog le dedicó unos cuantos
capítulos. Pues bien, la banda viene de celebrar su 15 años en San
Telmo (evento que me perdí) y tal vez ese aniversario llevó a que
el grupo recorra, dentro de un setlist acotado, temas de toda la
historia de la banda. Abrieron con “Conversación” de Quema, y
pegaron un lindo viaje al pasado con “Jueves” y de allí a lo
último publicado por la banda hasta el momento: de “Magia amor
locura animal”, “Buen muchacho”. Yo no los veía desde la
presentación del disco, pero lo que percibí en la selección que
eligieron anoche, que aquellas influencias de su paso por Mexico no
están tan presentes en el Bicicletas del presente. Tocaron tres
temas nuevos, y cada uno tiene una referencia a sus trabajos. Uno de
las canciones remite a “Quema” (el tema que le da el nombre al
disco lo tocaron hacia el final y fue uno de los puntos altos de
receción del público, cita a “Rebel yell” incluida), otro tiene
el beat de lo más bailable de “Magia, amor...” y el restante es
otra cita a uno de los tópicos de la banda (además de la locura,
los colores, los amigos y, por supuesto, el amor): la fiesta. Así
como tocaron “Corre” del primer disco (“vamos a una fiesta en
el bosque”) y “La gran fiesta”, llegó “La fiesta del zorro”,
otro de los estrenos (el único al que le pesqué el nombre).
Cerraron con otro clásico del primer disco: “Ojos”,
paradójicamente uno de los primeros que había elegido tocar la
última vez que pisaron el escenario de Niceto, allá por 2011. Por
mi parte, la satisfacción de reencontrame con una de mis bandas
preferidas del indie porteño, pero con el plus de las expectativas
renovadas por lo nuevo que empieza a asomar.

Para el cierre quedó el
show de Valle de Muñecas, del que tal vez sea del que menos tenga
para decir. No por nada en particular, sino porque siguen adelante
con “El final de las primaveras”, disco cuya presentación
oficial tiene un detallado resumen un par de post atrás. Claro que
no por eso voy a dejar de celebrar el reencuentro con canciones como
“Las espadas del sol” y “Días de suerte” con las que
abrieron el concierto. Dos contras tuvo el show de Valle de anoche:
el horario, considerando el promedio de edad del público, que llevó
a que más de uno relojee el celular y se retire silbando bajito, y
la otra fue un volumen algo elevado de las guitarras, que no
permitieron lucir del todo la voz de Manza. De la lista, poco para
decir: muchos temas nuevos como “La cura y el dolor”, “La llave
de los días mejores” e “Insomnio”, “Tormentas”
(insólitamente alguien del público lo pidió después que ya lo
habían tocado), algo de Menos que Cero y la energía de siempre. Las
melodías que lucen bajo esa pared de guitarras y letras que van
desde mínimas historias y guiños privados, hasta paisajes engañosos
o que se deshacen en desierto, como en “1000 kilómetros”. Ese
noise que no impide el impulso de seguir la letra como en un fogón.
El cierre quedó a cargo de “La autopista que corre del océano
hasta el amanecer” y “Vamos al cine”. Afuera todavía, después
de más de cuatro días consecutivos, la lluvia decía presente,
aunque bajo la forma de evidente despedida.
Para cerrar podría
despotricar una vez más sobre la falta de apertura de un público
que pareciera cerrarse a lo que le repite en la radio (quiero ser el
dueño de tu corazón
en tu sillón..., verdad Bicis?) y sigue
reservando a todas estas bandas maravillosas a pelear por rincones
donde mostrar su música. Pero hoy no tengo ganas, que se vayan a
cagar. Ellos se lo pierden.