El cierre de un año complicado, un comienzo de enero agitado y las vacaciones merecidas, este blog recién retoma la actividad en Febrero. Y la remota con dos viejos habitués del blog: la sala Bebop y el pianista Marco Sanguinetti.
Luego del proyecto “Cómo desaparecer completamente”, Sanguinetti retoma con mayor dedicación (porque nunca lo abandonó) su propias composiciones. Y en la trasnoche del verano porteño y en ese sitio amigable que es Bebop, pude escuchar un anticipo de lo que promete ser su nuevo trabajo, que ya tiene nombre: “Nueve”. Pero para llegar hasta allí, a esos nuevos temas, hubo que esperar un rato, mientras el paladar recibía las bendiciones de un negroni.
La noche comenzó con Marco Sanguinetti en su piano y el acompañamiento de Migma en la bandeja de vinilos. Ellos se encargaron de repasar los trabajos anteriores de Marco. Empezaron “Navigator” de “Ocho”, y luego viajaron hasta 2011 para recuperar “El esqueleto”, de “El otro”. Migma aporta climas, por momentos inquieta y por otros transporta a la música a un escenario al aire libre. El clima va tomando temperatura de a poco, y la promesa de convertir al dúo en un cuarteto, genera una placentera ansiedad por cómo se irán acoplando los sonidos.
“Canción de cuna para una mujer sin pesadillas” fue introducida por la historia de abandono e insomnio que la gestó. Marco acostumbra amenizar con estas anécdotas los temas y es una de las características de sus conciertos. Una forma de ponerle palabras a un concierto íntegramente instrumental y que en este caso en especial se agradece: saber cómo una canción de cuna deviene en una especie de réquiem, merece una explicación.
Luego subió al escenario Violeta García para hacerse cargo del violonchello. Allí presentaron un par de temas nuevos, casi todos sin título (solo uno fue anunciado como “Tremendo”), para luego sumar a Pablo Butelman en la guitarra.
El violonchello de Violeta deja en claro que ocupará un lugar relevante en los arreglos de los nuevos temas. Es cierto que sin batería ni contrabajo su lugar resalta con más facilidad dentro del sonido del grupo, pero su aporte va más allá, y en algunos casos resulta definitivo. Por un lado refuerza los sonidos más porteños de la música de Marco (o “piazzoleanos”, como a mí me gusta decir), pero también aporta disonancias a lo John Cale, y en los pasajes más amigables en términos molódicos, una elegancia que los eleva. Confieso que en esos momentos recordé a Caroline Lavelle y sus aportes a la música pop, en especial en “Us” de Peter Gabriel.
A primera escucha hallé en las nuevas composiciones muchos puntos en común con “Cómo desaparecer completamente”. Algunos motivos a modo de loop, y una intensidad contenida en los arreglos que caracteriza a ese trabajo. Claro, para los que leyeron mis crónicas de presentación de ese álbum sabrán que uno de los mayores méritos que le encontré fue que tenía tanto de Radiohead como de Sanguinetti. Así que el origen de esa primera referencia tiene tanto de influencia como de propia impronta, y permite que el proyecto de versiones no resulte una excepción en la discografía de Marco, sino que se amalgame con absoluta comodidad.
A modo de última cita a “Ocho” quedó “Camino” con Marco agazapado en su armonio. Y para el final todo se junta y los caprichos por donde divaga la mente, siempre encuentran un camino que los justifique. Marco Sanguinetti viene de versionar a Radiohead en un disco doble. Radiohead viene de otorgarle a las cuerdas un lugar preponderante en “A moon shaped pool”. Y a mí Violeta García por momentos me hizo acordar a Caroline Lavelle, que entre otras tantas cosas, toco el violonchello en “The bends”. Así que cómo podía terminar el show, aunque sea para justificar mi caprichoso enhebrado? Claro, con Radiohead en dos de las versiones de Marco: “Little by little” e “Idioteque”.
Para la versión definitiva de “Nueve” habrá que esperar todavía unos meses, pero ya hay muestra de que vale ir reservando espacios en los oídos.